Por Pedro Gracián
La “triada” es un grupo de elementos que tienen un vinculo en particular. El número 3 es un numero equilibrado. Muchas culturas y religiones se basan precisamente en 3 niveles de energía, en 3 niveles de conciencia y en 3 niveles de materia. Nuestra religión se basa en un solo Dios que son 3 Dioses, Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Los incas basaban su creencia en tres mundos, el inframundo representado a través de la serpiente, en el mundo terrenal representado a través del puma y el mundo espiritual representado a través del cóndor. De igual forma, el tiempo lo dimensionamos en 3, el pasado, el presente y el futuro. Son 3 las virtudes de pareja, que son el amor, la fidelidad y la comprensión. Son 3 los grandes reinos, que son el cielo, la tierra y el mar. Son 3 los componentes del ser humano, que son la mente, el cuerpo y el espíritu. Son 3 los elementos: agua, tierra y aire, y son 3 las disciplinas del triatlón.
La natación obviamente esta vinculada con el agua, y para mi va ligada a mi mente. El nadar, al no poder ni hablar ni ver un paisaje, me representa mi mente, es el momento en el que voy conmigo mismo. Una vez alguien me pregunto que si no me aburría de tanto tiempo de ir nadando solo, y le conteste que “no iba solo…voy conmigo mismo” y he aprendido a estar bien así, solo me entretengo, solo pienso, solo recuerdo, solo hasta me divierto. Es el tiempo que tengo para ver hacia mis adentros y vencer mis miedos, es el tiempo que tengo para hablarme, es el tiempo que tengo para centrarme en mi y conocerme mejor. El nadar para mi es mi mente. El nadar para mi es mi hijo Abraham, de mis hijos el más parecido a mi.
La bicicleta la vinculo con el aire, ese aire que se puede sentir en el rostro al ir rodando, esa sensación de poder “volar” y alcanzar cumbres de montañas con paisajes que solo desde ahí se observan. En la bicicleta he podido ser testigo de los mejores amaneceres, la bicicleta me hace sentirme ágil y ligero, la bicicleta me hace realmente disfrutar el ejercicio, la bicicleta me ha llevado a montañas que para subirlas tengo que dar el mejor de mis esfuerzos y lograr una inmediata recompensa a ese esfuerzo con la vista que se logra y dar gracias a Dios, cuando pienso en la bici pienso y siento algo bonito. La bicicleta para mi es mi espíritu. La bicicleta para mi es mi hija Maritere quien llena con su presencia mi vida de sentimientos y emociones bonitos.
El correr lo vinculo con la tierra, y para mi va ligado a mi cuerpo. Al correr he tenido oportunidad también de ir “conmigo mismo” pero no con la intensidad de la natación, al correr he tenido la oportunidad de disfrutar de amaneceres, pero no con la variedad ni la espontaneidad que se logra en la bicicleta. Al correr he tenido mis mejores ideas, es cierto. Al correr he tenido oportunidad de platicar y conocer gente que comparte mi pasión. Sin embargo, el correr me ha generado dolores, el correr me ha generado lesiones que he tenido que cuidar, el correr es de las 3 disciplinas del triatlón la que más trabajo me ha costado realizar, el correr para mi es la tierra, es lo que me hace sentirme vulnerable así como también me hace dejar de soñar e ilusionarme tanto y ser más realista, es literalmente “poner los pies sobre la tierra”. El correr para mi es mi hijo Pedro, el que más trabajo me ha costado.
Todo este tema de la “triada” lo vine a aprender últimamente, y de alguna manera a mi mismo me ha explicado porque más que esta pasión por el triatlón es una necesidad en mi, porque es que me siento tan pleno al hacerlo. Algunas veces me han preguntado que cual de las 3 pruebas es la que prefiero y siempre he contestado que las 3 de manera similar, es como cuando me preguntan a cual de mis hijos quiero más, la respuesta es y será siempre la misma: quiero a los 3 por igual, aunque es muy cierto que tengo una consentida. En alguna ocasión quise hacer un collage de las 3 fotos del triatlón y uno de mis hijos me hacia un collage pero quedaban disparejos los tamaños de las fotos porque eran cuadrados, y yo insistía en que fueran iguales y la única manera de lograrlos era en un circulo dividido en 3, y fue gracias a Mayo Gasca quien me hizo ese collage de las 3 fotos dentro de un circulo, ni uno de esos 3 segmentos era más grande uno que el otro, entre los 3 formaban lo que en su momento uno de mis mejores amigos, Toño Rodall, definió como “la ruta de mi pasión”.
En esta imagen se puede ver la triada con símbolos chinos que representan el agua, el aire y la tierra, que a mi me representan la natación, la bicicleta y la carrera, mi mente, mi espíritu y mi cuerpo, mis tres hijos.
Y ¿por qué hacer un Ironman? Justo un día antes de cumplir 50 años fue que hice mi primer “Medio Ironman”, en ese momento y por muchos meses me sentí tan pleno y realizado con mi logro, era algo que unos meses antes me resultaba totalmente imposible ni siquiera de imaginar que pudiera lograr. Pero fue pasando el tiempo y quise, y sigo queriendo, vivir esta experiencia de manera completa, no quedarme con ese “medio”. Sabía que no era cuestión de decir que lo iba a hacer, sabía que el esfuerzo iba a hacer mucho mayor, no necesariamente el doble sino mucho más, porque el cansancio es exponencial, sabía que requeriría muchas horas de entrenamiento, de dedicación, de sacrificios, de tantas cosas, pero me alentaba la idea de saber que le iba a dedicar todo ese tiempo para lograr ese sueño haciendo precisamente todo esto que me apasiona, todo esto que me llena, todo esto con lo que se proyecta mucho de mi ser. Frases como “no eres lo que logras sino lo que superas” o “el triatlón no es conocer tus límites…es conocer que hay más allá de ellos” me motivaron a tomar la decisión y el 31 de diciembre del año pasado me comprometí conmigo mismo en hacerlo, en vivir la máxima expresión de un triatlón: hacer un Ironman , algo que hace unos años me parecía una locura, quizá porque lo consideraba inalcanzable era mi manera de justificarme diciendo que era una locura, pero algo dentro de mi siempre quiso hacerlo, me queda claro.
Sabía que debería de tener un programa de entrenamiento muy intenso, tenía 8 meses para prepararme y ya había escogido algunos eventos que sabía me servirían y mantendrían no solo entrenando y subiendo mi nivel de condición, sino sobre todo motivado para hacerlo. Y me encontré entonces con mi primer reto. No estaba bien conmigo mismo. Muchas veces tuve que detener la nadada porque me daban ataques de ansiedad y no podía estar con la cabeza metida en el agua. En esos momentos no me preocupaba el ironman, me preocupaba yo mismo, mi salud. Fueron sin duda alguna de los peores días de mi vida, libré la mayor de mis batallas en una guerra que aún continua dentro de mi. Y sucedió entonces que realice un viaje para realizar la Ruta Inka, el caminar y recorrer esa ruta en los Andes en compañía de uno de mis mejores amigos y en compañía de un grupo de personas que conformaban nuestro grupo y quienes sin saberlo ni siquiera sin imaginárselo, me ayudaron a “curar el alma”, regresé de ese viaje ya con otra conciencia y una plenitud que no me ha abandonado, y enfocado para el primer reto que había que enfrentar: el maratón de la muralla China.
Fue mi primer “evento completo”, el escenario no pudo ser mejor, el esfuerzo y dedicación para lograrlo bien valieron la pena para sentir lo que sentí al llegar a la meta, pero más allá de la cuestión “física” del haberlo logrado, la gran enseñanza y recompensa vino de otra manera. Había decidido llevar conmigo a mi entrenador por ser él un gran motivador y sabía que necesitaría ir bien motivado durante el evento, y así fue, fue un evento en donde fui con mi entrenador y del cual regresé con un gran amigo. La vida me dio oportunidad de corresponder a ese “empujón” que me dio para llegar por primera vez en bicicleta a Puerto del Aire, ahora fui yo quien lo tuvo que alentar a él para seguir y llegar a la meta. Aprendí el valor de “hacer equipo”.
El segundo evento fue el triatlón del Escape de Alcatraz. Fue un evento que en si mismo representó muchas cosas para mi, pero el gran reto estaba precisamente en la nadada, cruzar a nado la bahía de Alcatraz a San Francisco no es cuestión sencilla. Si algo me había costado en el inicio de este año era precisamente nadar, y no por algo físico, eran esos ataques de ansiedad, era ese miedo, y ahora debía vencerlo en un escenario bastante complejo, en la bahía de San Francisco, con la corriente tan fuerte y con temperaturas muy frías. Sea como sea todo esto me preocupaba, vi varios videos del evento y hubo uno en particular de la nadada donde dan varias recomendaciones, y una de ellas hablaba del momento en que se echa uno de la barcaza donde inicia la prueba y hay que empezar a nadar, y en una parte del video dice “este no es el momento para ser mentalmente débil”, y esa frase me la repetía a mi mismo en todo momento, y no solamente para ese momento de aventarse de la barcaza e iniciar la prueba, sino la quise aplicar para mi mismo en todo momento, ya no podía seguir siendo mentalmente débil, y eso me ha servido mucho desde entonces, el Escape de Alcatraz me sirvió para “escaparme de mis miedos”. Aprendí que no puedo ser mentalmente débil.
El tercer evento llegó a mi sin buscarlo. El evento ciclista del Gran Fondo de Nueva York se llevaría a cabo por primera ocasión en la Ciudad de México, uno de mis compañeros de equipo que va a hacer igualmente el Ironman y que tiene una gran experiencia en estos eventos, Víctor Méndez, me lo sugirió con la idea que sería buen entrenamiento para el Ironman. Había que rodar 130 km (en el ironman son 180 km), acepté la propuesta y me integré al grupo que participaría en dicho evento. Llegue muy confiado pensando que la distancia de 130 km era fácilmente alcanzable, ya había rodado en algunas ocasiones más km que en esta prueba, me sentía confiado y relajado. Cometí un gran error, menosprecié una prueba que termino siendo de las pruebas más extenuantes que he realizado, fue una ruta muy compleja, muy demandante, totalmente desconocida para mí, con situaciones inesperadas como la salida de CDMX en medio de un tráfico inusual para nosotros, con el primer ascenso a la montaña en medio de camiones y trafico, y luego teniendo que enfrentar dos ascensos muy prolongados y tener descensos con velocidades que requerían de mucha atención. Pude ser testigo de la llegada de uno de mis compañeros de equipo, Federico Pérez, y ver como se rompió en lágrimas al llegar a la meta, y eso me emocionó tanto, poder ver como hay gente que se emociona y siente igual que uno. En esta prueba aprendí que no puedo nunca menospreciar nada de lo que vaya yo a hacer, puede ser que sea uno de mis mayores retos.
Finalmente llegaron los largos entrenamientos de fin de semana, donde más que el esfuerzo físico y la dedicación y el tiempo de estas largas jornadas dominicales, me quedo con el enorme gusto de haber sentido el apoyo de “equipo” que me dieron no solamente Victor Mendez (Chacho) y Rodolfo Valades (Rodo) con quienes voy a compartir esta experiencia de hacer el ironman, sino ese apoyo que nos dieron acompañándonos Misael, Federico, Fernando, Angel y por supuesto mi amiga de tantos años, Titina, lidereados siempre por nuestro coach, mi amigo Marco. El que nos acompañaran no solo en la bici para llegar a la laguna de Alchichica sino el hecho de que nos acompañara a dar esa serie de vueltas alrededor de la laguna para que no fuéramos solos, ese verdadero consentimiento al pasar por donde estaban esperándonos y que nos dieran agua y ayudarnos a enfriarnos con una toalla mojada en la cabeza es algo que no tiene precio, son gestos y detalles que valoro mucho. Esas experiencias me enseñaron el verdadero sabor y razón de ser de Trimas, un verdadero equipo.
Y finalmente ha llegado el momento, esta fecha tan esperada. En teoría esta todo listo: mi mente concentrada, mi espíritu elevado y mi cuerpo preparado, pero falta lo más importante: mi corazón. Si bien es cierto que creo firmemente en “la triada”, para mi el centro de mi ser es precisamente mi corazón, ha sido en mi corazón donde se forjó esta ilusión de hacer un ironman, ha sido este corazón el que se ha nutrido y alimentado de las experiencias vividas a lo largo de estos años haciendo triatlones y entrenando, ha sido mi corazón el que goza de esos amaneceres, ha sido mi corazón el que se retroalimenta con lo que pienso al nadar, ha sido mi corazón el que me impulsa a seguir corriendo, es mi corazón el que le da balance y unidad a los tres elementos de mi triada. Se que soy una mezcla de lo que pienso (nadar) de lo que sueño (andar en bicicleta) de lo que vivo (correr) con lo que siento (mi corazón). No se si este Ironman ha nacido de mi corazón o se me ha quedado clavado en él,
lo que si me queda claro es que no puedo concebir hacer un Ironman si no se hace con el corazón, y este Ironman ya es parte del mío.
Cuando empezó toda esta ilusión en mi pensé que me tenía que preparar para “hacer” un Ironman, me imaginaba y motivaba esa llegada a la meta cuando te dicen “esta noche tú eres un Ironman”, pero hoy tengo una conciencia diferente. He aprendido que no se trata de cruzar la meta, no se trata de “ponerle palomita” a “cosas por hacer”, no se trata de lograr hacer cierto tiempo, no es cuestión de “hacer un ironman” o de “ser un ironman”, de lo que realmente se trata es de vivirlo. Y hoy yo lo voy a vivir, voy a disfrutar cada brazada, voy a soñar en cada pedaleada y he de esforzarme en cada paso, mi corazón ira abrazado a mi voluntad y me impulsará, hoy yo voy a VIVIR UN IRONMAN.
Felicidades Pedro: tu familia está contigo !
Wow Pedro amigo que gran experiencia de vida me transmites con tus palabras. Traspasar más allá de la mente y darnos cuenta que así como tu lograste esto, yo puedo lograr salir de esta enfermedad. Gracias muchas gracias por compartirme tu experiencia . Si, más allá de los límites de la mente, con todo el corazón, viviendo una gran experiencia. felicidades Pedro, por atreverte a romper esas barreras y por mostrarnos que cuando alguien quiere algo, se le nota.
Muchas Felicidades, Pedro. Un gran carácter, con un gran corazón y disfrutando lo que amas. A ti y a todo el equipo del cual eres parte, una felicitación y mi reconocimiento